Trigueros clausuraba ayer sus fiestas en honor a San Antonio Abad con la tradicional escapadilla, tras la que el patrón volvía a su templo a las doce de la medianoche.
Así explicaba el alcalde de la localidad, Cristóbal Romero, esta tradición triguereña momentos antes de que se produjese.
Además, a unas horas de que finalizase el largo recorrido de San Antonio Abad por las calles de Trigueros, el balance que realizaba el primer edil de estas fiestas era positivo, haciendo hincapié en la importancia del mantenimiento de las tradiciones.
Finalizaban así una de las fiestas más peculiares de la provincia onubense que reúne cada año a cientos de visitantes.