El nerviosismo cunde en el San Roque de Lepe en el momento clave de la temporada. Los dirigentes dan muestras de desasosiego con el equipo en puestos de descenso. A pesar de que la afición respalda a los jugadores y los jugadores agradecen este apoyo, los máximos mandatarios evidencian falta de experiencia al llegar la parte decisiva de la competición.
El San Roque trata de sobrevivir a su peor momento de la temporada a base de unión, pero el nerviosismo es el principal obstáculo. La afición aplaudió a los jugadores al término del partido contra el Cádiz a pesar de que el conjunto lepero registró una nueva derrota. Los aurinegros se siente respaldados desde la grada a pesar de la mala racha de resultados.
Sin embargo, el cambio de entrenador pone de manifiesto errores de planificación. Más aún, el nerviosismo de los máximos dirigentes es una dificultad añadida. Especialmente de que el San Roque entró en puestos de descenso directo, el desasosiego es palpable.
Sin ir más lejos, el club obvió por primera vez en Segunda División B el compromiso de la sala de prensa. Tras la derrota contra el Cádiz, ni el nuevo entrenador, Carlos Antón, ni ningún componente del cuerpo técnico dio explicaciones. La entidad rehusó que se llevara a cabo la tradicional rueda de prensa y dejó plantados a los periodistas, locales y de Cádiz.
Por otra parte, los dirigentes aurinegros se expresaron desinformados sobre los supuestos casos de alineación indebida del equipo amarillo. No sabía nada de la situación de Nana, que ya había jugado tres partidos con el Cádiz, y se enteró por la prensa del error del colegiado al redactar el acta. Carlos Calvo fue nombrado como Jandro.
Ya antes del encuentro, los actuales responsables del club fueron protagonistas. Estuvieron a un paso de incumplir un acuerdo por los derechos televisivos de la cita. Finalmente, desde Cádiz se pudo ver el partido, como estaba acordado desde la primera vuelta. De lo contrario, el error hubiera repercutido en las arcas del club.
En la grada, muchos aficionados acusan de inexpertos a los mandatarios, que han ninguneado en varias ocasiones a los directivos locales, conocedores de la realidad del club. El San Roque, no obstante, sigue confiando en que otros valores como la formación y el trabajo supla esa supuesta inexperiencia. Esta idea la encarna Antón, de tan solo 29 años. La entidad asume el riesgo. Aun sin la aprobación de los aficionados, el equipo aurinegro tiene la ayuda de su hinchada mientras haya vida.
